jueves, 1 de noviembre de 2007

¡Gracias a Dios soy Mujer!

Definitivamente la naturaleza es sabia y decidió que naciera mujer, de lo contrario no habría pasado mucho tiempo para cambiarme de sexo.
No me imagino haber tenido que practicar deportes sin mirarle las piernas a mis compañeros de equipo, o tener que compartir las duchas y concentrarme para no observar la anatomía del vecino.
¿Por qué tener que jugar con balones, pistas, carritos y videojuegos, existiendo tantas muñecas en las tiendas, academias de ballet, clases de gimnasia rítmica o de nado sincronizado? Si no hubiera nacido mujer, aún en esta época me mirarían como un bicho raro cuando me vieran salir de casa con mis zapatillas de punta y mi malla.
De no haber nacido mujer, no habría disfrutado a plenitud colocarme los zarcillos de mi madre, sus collares, pulseras y tacones, imitar a las cantantes de moda y jugar a ser modelo desfilando por el pasillo del departamento con mis labios pintados de rojo, las mejillas coloradas y sombra en los ojos.
Si hubiera nacido hombre, no habría experimentado cuando adolescente el susto que me dio ver, en el momento menos esperado, mi ropa interior manchada de rojo y a partir de allí, recibir mensualmente la visita de la ansiada regla.
De no haber sido mujer, nunca habría escrito diarios íntimos, ni hubiera tenido que esconderlos de la curiosidad de mi hermano. Tampoco habría intercambiado ropa y accesorios con mis amigas, no me hubiera inscrito en club de fans, coleccionado fotos, revistas ni artículos de mis artistas favoritos.
De haber sido hombre, no me preocupara por esconder mis manos cuando las trajera mal arregladas o por algún vello indiscreto en mi rostro.
Si no hubiera sido mujer, no sentiría el placer que me da observar las vidirieras de las tiendas imaginándome cómo luciría con el vestido en exhibición, ni me hubiera enfundado en esos tacones altísimos que estilizan mis piernas.
De no haber nacido mujer, la cuenta del banco fuera más abultada porque no caería en la tentación de comprarme una blusa nueva, ni esas sandalias tan chic que vi ayer en la tarde.
Los anaqueles de los supermercados estarían más dotados de cremas para el cuerpo, brillo labial, cremas desmaquillantes, gel para los ojos, exfoliadoras, gel para el baño y esmalte de uñas vino tinto, de haber nacido hombre.
Si no hubiera sido mujer no me enternecieran tanto los niños, ni hubiera querido ser pediatra alguna vez, mucho menos leyera sobre la osteoporosis, la rinoplastia, la cirugía estética o el botox.
Si no fuera mujer, me quedaría embelesado –como hacen todos los hombres- al ver contoneándose a la morena de al lado.
De haber nacido hombre, no me dirigiría cada mañana a mi trabajo dispuesta a comerme al mundo, ni tendría el empeño y la voluntad de destacarme como profesional.
Si hubiera sido hombre, estaría en desventaja en un mundo de mujeres luchadoras, trabajadoras y bellas, que saben lo que quieren y cómo conseguirlo…¡Por eso agradezco ser Mujer!

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