jueves, 1 de noviembre de 2007

Internet: ¿Aliado o enemigo?

¿Se imaginan cómo sería su vida hoy en día sin un celular, una agenda electrónica o sin poder enviar ni recibir mensajes vía Internet? Se sentirían prácticamente desconectados del mundo, de hecho, cuando queremos olvidarnos de todo aquello que nos estresa, lo primero que hacemos es apagar esos aparatos tecnológicos y alejarlos de nuestra vista.
Pero qué va, tal vez aguantemos 24 horas sin televisión, radio, prensa, Internet y celular, pero hasta allí: ese es el límite de tiempo (y en época de Mundial de Fútbol más). El ser humano es social por naturaleza, necesita saber qué pasa a su alrededor y mantenerse en contacto con sus semejantes para sobrevivir, característica que las empresas de telecomunicaciones conocen muy bien.
Desde hace unos cuantos años la persona que no posea un “e-mail”, un “Messenger”, un sitio en la red, y más recientemente un “blog” (bitácora digital) no está en nada.
La Internet, la mensajería de texto vía telefónica y el “chateo”, han acercado significativamente a los habitantes del mundo, quienes, por un bajo costo, pueden conversar, negociar, estudiar a distancia, observar a sus congéneres a través de una cámara conectada al computador, y hasta enamorarse, aun viviendo en continentes diferentes.
La Internet nació en los años sesenta, con la creación en Estados Unidos de Arpanet, una red informática propiedad de la Secretaría de Defensa Norteamericana, que surgió como respuesta al problema de vulnerabilidad que presentaba el sistema de comunicaciones de dicha institución frente a un posible ataque militar.
Con la ayuda de numerosas universidades y algunas empresas privadas, se creó esta red informática que permitía que los datos requeridos llegaran a su destino aunque parte de la interconexión estuviera destruida. Luego, en 1972, se introdujo un sistema de correo electrónico, con la finalidad de intercambiar información de manera constante y con gran rapidez.
Según la enciclopedia “Lenguaje para todos” encartada en el Diario Últimas Noticias, Tim Berners-Lee, físico de origen inglés radicado en Suiza, ideó en 1989 un programa en el que la información podía vincularse con cualquier otra en distintos lugares del mundo, que denominó World Wide Web (red o telaraña universal), mejor conocido como WWW.
Al crearse este medio de conexión, el uso de Internet se difunde a nivel mundial, porque el usuario puede tener acceso a una enorme cantidad de datos. Pero como todo, la “superautopista de la información” tiene puntos a favor y en contra. El lado positivo ustedes lo conocen: además de unir a las personas, éstas pueden acceder en cuestión de segundos a datos de su interés, sin tener que trasladarse del hogar, oficina o escuela, abriéndose a un mundo de conocimientos con sólo hacer un “clic” en el teclado del computador o mover el “ratón”.
¿Y el lado negativo? Pues, ese mismo. Lamentablemente, cuando tenemos todo al alcance de la mano, y no debemos esforzarnos mucho para conseguir lo que deseamos, empezamos a padecer lo que denomino “pereza mental”, y tristemente, eso es lo que ha estado ocurriendo con gran parte de los estudiantes actuales.
Los jóvenes de hoy consideran que una gran ventaja de Internet es que los ayuda a investigar sobre cualquier tema sin tener que estar leyendo mucho, visitar bibliotecas, o comprar libros, pues todo lo que requieren lo consiguen en un abrir y cerrar de ojos; con sólo emplear un buscador aparecen en la pantalla del ordenador cientos y miles de sitios web o contenidos específicos referidos al tema solicitado, y eso es suficiente: copian, pegan e imprimen. ¡Listo, ya hicieron el trabajo o el informe!
Aunado a esto –como no les gusta leer- no se cercioran de que la información bajada sea la adecuada, y con frecuencia me he topado con textos en los que aseguran “que aquí en Chile, España o Argentina, hacemos esto o aquello…”, cuando la investigación se está realizando en tierras falconianas y el autor de la misma es fanático de la arepa pelada.
También es decepcionante conseguir varios informes completamente iguales porque fueron copiados íntegramente de Internet, y ni siquiera citan la fuente.
Peor aún cuando se les pregunta el contenido del trabajo: empiezan a sudar, se ponen nerviosos, y su mente queda en blanco sin poder articular palabra alguna. Pero cómo van a saber, si ellos no interpretaron la información, y cuando no hay análisis, ni se aporta nada al tema, no se produce una verdadera investigación.
Por eso es que pongo en duda las bondades de la “red de redes”, pues un elemento que se ha convertido en un gran aliado para la humanidad, permitiendo la creación de la sociedad digital, también puede resultar nocivo, hasta el punto de mermar notablemente la capacidad crítica y analítica de un gran porcentaje de jóvenes y niños. Siempre se ha dicho: “nada en exceso es bueno”, así que a usar adecuadamente este recurso tecnológico, teniendo presente que somos individuos pensantes y que podemos razonar sin necesidad de contar con un enchufe.

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