jueves, 1 de noviembre de 2007

¿Lobo, oveja o pastor?: descubre tu estilo ( y II)

La semana pasada, en la primera parte de este artículo, hice referencia a tres estilos de comunicación: el agresivo, el pasivo y el asertivo, comparándolos con el comportamiento de un lobo, una oveja y un pastor.
Expuse que la asertividad consiste en la capacidad de expresar las opiniones, sentimientos y emociones de manera oportuna, sincera y sin agredir a nadie. En cambio, la agresividad comunicativa se basa en el ataque para minimizar la opinión del otro; mientras que la pasividad consiste en restarle importancia a las ideas y sentimientos propios para hacer lo que los demás nos propongan u ordenen.
En esta ocasión diferenciaré con mayor detenimiento cada uno de los estilos de comunicación planteados, basándome en el libro “Dar en el blanco. Una guía para una vida positiva.”escrito por Beverly Hare (1992), y en la revista española Psicología al Día (Nº 61, mayo 2004).
En primer lugar, las personas agresivas suelen decir: “Te callas o te callo”, acostumbran a alzar la voz, pueden emplear un tono sarcástico, y su contacto visual es directo y retador, expresando furia.
A menudo invaden el espacio personal del otro acercándosele demasiado, mantienen el cuerpo encogido, agitan los brazos con violencia, señalan con el dedo de manera acusadora o apoyan las manos en las caderas.
Los agresivos pueden asumir una actitud sobreprotectora, hasta el punto de creerse dueños de sus familiares o pareja. Su rabia interna puede llevarlos a asesinar o a la autodestrucción, impulsándolos a consumir drogas.
Debido a estas características la gente les huye, porque no es agradable estar cerca de una persona que no deja de discutir, y con frecuencia sus amistades pueden estar basadas en el interés.
Por otra parte, los individuos con un estilo de comunicación pasivo acostumbran a decir:
“Lo que tú digas está bien”, siempre hacen lo que los amigos les indican; rara vez hablan y cuando lo hacen su voz es apenas audible o tiene un tono quejumbroso; evitan el contacto directo con los ojos, desviando la mirada; juegan ansiosamente con sus accesorios o con su cabello, se retuercen las manos, sonríen con nerviosismo, arrastran los pies y mantienen los hombros encogidos.
Este tipo de personas evitan discusiones, porque se angustian cuando se les confronta, por tal razón son bien aceptadas, pues los demás pueden decirles lo que se les antoje sin ser criticados.
En cambio, los sujetos asertivos expresan sin dificultad frases como: “Disculpa, no estoy de acuerdo”, actuando a favor de sus propios intereses sin sentirse equivocados o frustrados, pues se responsabilizan de sus sentimientos, conducta y realidad.
Saben aceptar y respetar otros puntos de vista y expresar los propios, buscan pactar, piden lo que necesitan, dicen lo que no les gusta y lo que sienten.
Asimismo, cuando hablan con otra persona mantienen un contacto visual directo, su cuerpo tiende a estar tranquilo y relajado, conservan una postura erguida y los hombros rectos, su voz es firme o cálida según la situación, mantienen una distancia adecuada del otro y realizan gestos con sus manos que subrayan las palabras.
Una de las características más relevantes de las personas con un estilo de comunicación asertivo es que emplean mensajes en primera persona como: yo pienso, creo, siento, me gusta o no me gusta, para expresar sus sentimientos, pensamientos, creencias y valores.
Los mensajes en primera persona son claros y no dan lugar a malentendidos, porque se expresan los sentimientos y se explican las conductas que nos hacen sentir así, sin atacar ni juzgar al otro.
Cuando nos sentimos atacados por otros, experimentamos un deseo natural de defendernos o de devolver el ataque. Dado que un mensaje en primera persona no constituye un ataque contra el otro individuo, su necesidad de defenderse o contraatacar disminuirá, aumentando así la posibilidad de establecer una verdadera comunicación.
Definitivamente la asertividad es el estilo ideal para comunicarse, porque permite que manifestemos nuestras ideas, emociones y sentimientos de manera oportuna, respetándonos y respetando a los otros, manteniendo la armonía y logrando una relación ganar-ganar. ¡Hasta la vista!

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