jueves, 1 de noviembre de 2007

¿Que tengo qué…? ¡Noooo señor! (I)

Dolor de estómago, manos frías, temblor corporal, garganta bloqueada, boca seca, corazón acelerado, rostro sonrojado y frente sudorosa. ¿Síntomas de enamoramiento? No. ¿Resfriado? Nada de eso. ¿Un cuadro viral? Tampoco. ¿Y entonces?
Pues estas son las manifestaciones típicas del individuo que siente miedo escénico, y que afloran con sólo la idea de tener que explicar ante el presidente de la empresa y el cuadro directivo, el informe final del proyecto, o que en clases debe realizar una exposición ante sus 39 compañeros de estudio y el profesor. ¡Susto!
El hecho de convertirse en el centro de todas las miradas y someterse al escrutinio público es realmente aterrorizante para muchos, sobre todo cuando saben que no se prepararon para la situación y que de eso depende su permanencia o no en el puesto de trabajo o la aprobación de la materia cursada.
Los seres humanos, por naturaleza, le tenemos miedo al ridículo y a que un grupo de desconocidos se rían de nuestras torpezas o equivocaciones. Por eso, de nosotros depende que esos tropiezos físicos o verbales se conviertan en una minúscula mancha en nuestro traje y sean olvidados definitivamente al dirigirnos con seguridad, elegancia y carisma a ese grupo de personas que se convierten en nuestro jurado evaluador.
Un profesor de teatro del Tecnológico Alonso Gamero en la ciudad de Coro, me dijo una vez que los nervios antes de subir a un escenario o incluso, antes de entrar al salón de clases -como docente-, eran señal de respeto a ese grupo de personas y a las funciones que se iban a desempeñar.
Por supuesto, los nervios iniciales son normales y hasta los podemos disfrutar, pero lo importante es que a medida que vayamos hablando los logremos vencer. Hay que controlar los nervios y no dejar que ellos nos dominen.
Renny Yagosesky (El poder de la oratoria, 2001) define el miedo escénico como “una forma de timidez que surge en presencia de grupos, o como consecuencia de pensamientos limitadores acerca de nuestra actuación frente a grupos. Es una reacción, una respuesta defensiva del organismo, caracterizada por distintas formas de alteración de la normalidad en el funcionamiento mental, emocional y motriz del individuo que lo padece”.
Según el autor, el miedo escénico se manifiesta no sólo física, sino mentalmente, sobre todo en lo que él denomina “pensamientos saboteadores”, como los siguientes: No me van a entender; no les voy a agradar; notarán que tengo miedo; me voy a equivocar; van a descubrir mi ignorancia; nunca debí haber venido; no estoy preparado; se me va a olvidar todo; no sabré responder a las preguntas; van a pensar mal de mí; se aburrirán al escucharme; me voy a confundir; me voy a desmayar; no me voy a poder concentrar.
Dichas expresiones merman la autoestima del individuo, alterando sus emociones frente a la situación de hablar en público y reflejan una falta de confianza en sí mismo.
Las personas somos reflejos de nuestros sentimientos y actitudes frente al mundo, y si conozco cuáles son mis habilidades, fortalezas y carencias, podré trabajarlas en función del logro de objetivos específicos.
Por lo tanto, Yagosesky sugiere que aquel individuo que se siente desconcertado frente al reto de hablar en público y tiene “pensamientos saboteadores”, debe trabajar con mucho ahínco su autoestima. Sólo así dejará de percibir a esa situación como una amenaza. “A mayor autoestima, menor miedo”, afirma el periodista y locutor, quien propone siete pasos para vencer el miedo escénico:
1) Aceptar la existencia del miedo: Decir: “Sí, tengo miedo de hablar en público y debo hacer algo al respecto”.
2) Confiar en nuestra capacidad para superarlo: Hay que ser optimistas y entusiastas: deseando, buscando y esperando los mejores resultados de nuestras acciones, transmitiendo también una enérgica alegría.
3) Modificar las creencias limitadoras: Los pensamientos negativos producen emociones y comportamientos del mismo tipo (culpa, rabia, miedo). Para superar el miedo escénico hay que pensar positivamente: Sé expresarme bien, conozco el tema, estoy bien preparado. Igualmente, antes de enfrentar el reto, podemos visualizarnos hablándole al público, sonriendo, presentando con seguridad el contenido, la audiencia aplaudiéndonos y felicitándonos. De esta manera, cuando realmente debamos hacerlo, estaremos menos ansiosos.
4) Prepararse adecuadamente: Si se es estudiante y se debe realizar una exposición oral o defensa de tesis, hay que estudiar el tema con antelación, no memorizando lo que se dirá sino leyendo, interpretando y asimilando la información. Una buena técnica es explicar el contenido utilizando sus propias palabras, frente a un espejo, a sus familiares o amigos, antes de hacerlo en clases.
5) Practicar reiteradamente: Cuando esté en una reunión familiar, levántese y proponga un brindis; cuando esté en clases levante la mano y haga una pregunta o presente su punto de vista al profesor. Para perder el miedo a hablar en público, hay que hacerlo, no basta con realizar el trabajo mental, hay que actuar.
6) Mantenerse relajado: Estrés y miedo van de la mano, respire profundo, descanse, escuche una melodía que le agrade. Haga todo lo que crea necesario para liberar tensiones y superar con éxito el reto que se le presenta.
7) Realizar ejercicio físico: Caminar, trotar, bailar, son otras maneras de aliviar tensiones, además dotan al organismo de energía positiva. Si se siente muy estresado por ese informe que debe presentar oralmente, ejercítese, seguro se sentirá mejor.

En la próxima entrega concluiremos con este interesante tema y les ofreceré algunas recomendaciones para expresarse exitosamente frente a un público. ¡Hasta pronto!

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